“Los médicos también lloramos cuando no podemos salvar la vida de nuestros pacientes. Cada día es un desafío para inspirar, con calidad profesional y humildad, a quienes sufren por una dolencia”, afirmó el destacado doctor y cirujano vascular estadounidense Richard Lynn, en el Cuarto Congreso Internacional de Medicina Humana de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO).
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La ponencia del sobresaliente cirujano vascular comprendió su exitosa trayectoria profesional de 37 años. Durante su disertación, que mantuvo atentos a los más de mil asistentes en el Teatro Víctor Raúl Lozano Ibáñez, compartió su experiencia con dos pacientes. A uno le devolvió la felicidad y al otro, lamentablemente, no pudo salvarle la vida.
“Llegó a mi consultorio un paciente afroamericano con un lipoma detrás del cuello (nuca), del tamaño de una pelota de softball, a quien nadie quería operar. Tras el exitoso proceso quirúrgico realizado, lloró de emoción al verse curado, y con la misma emoción me abrazó”, dijo el doctor Richard Lynn.
La otra historia tuvo un desenlace diferente. Realizó una cirugía de carótida, la que desafortunadamente no fue satisfactoria: el paciente tuvo un derrame cerebral y luego de diez meses falleció.
“Fueron momentos de mucha angustia y frustración. Recibí el reproche de la familia, de sus hijas. Me sentía culpaba por su muerte. Tener en tus manos la vida de un ser humano es mucha responsabilidad y debemos hacer siempre lo correcto. Recibí cartas muy duras de una de las hijas del paciente; sin embargo, al cabo de un tiempo me envió otra carta en la que valoraba mi trabajo y el esfuerzo realizado por salvarle la vida a su padre”, agregó.
Finalmente, el destacado cirujano exhortó a los estudiantes a respetar y comprender mucho a sus pacientes y sus familias. Recomendó el aprendizaje continuo de la medicina y dejó esta frase para la reflexión: “La juventud se pierde con juventud”.