El amor no se ruega, no se mendiga


Muchas personas desean que las amen por obligación, o que se queden con ella -o con él- por un papel, por dinero, por el tiempo que le dieron de su vida, por los hijos o por el “qué dirán”. Viven obsesionados con “controlar” el amor. El amor es un sentimiento espontáneo y para que fluya se necesitan dos personas en sintonía y trabajando por la relación. Mi consulta está llena de personas que desean “que les amen por la mala” o que se queden con ella -o con él- por los años de matrimonio, por los objetos materiales que construyeron juntos, por el tiempo invertido o por no poder tolerar los comentarios de la familia y amigos si llegarán a separarse. Desear eso, forzar eso, solo acarrea infelicidad en todos los que viven bajo ese techo.

Debemos estar listos para saber que las relaciones se acaban. Tenemos que estar atentos a nuestras relaciones y no dar por sentado que durarán toda la vida “porque así lo dijo el cura el día de la boda”. El amor es como una rosa delicada que debemos proteger y cuidar en equipo. Los sentimientos son muy engañosos, por lo que hay que estar atentos a ellos y respetarlos. El amor nace y muchas veces también muere y acaba. Como se necesitan dos, a veces no se acaba al mismo tiempo, o no todos están preparados para ser abandonados, sustituidos o traicionados.

Por eso los profesionales de salud mental seguimos insistiendo en que el primer romance que todos debemos tener es con nosotros mismos. Una persona que no se ame a sí misma, una persona que da más de lo que recibe, una persona “que corre tras otra”, pero que la otra no corre tras ella… puede tener un problema. Estas situaciones traen serios dolores y conflictos a la larga. Ahí entran a colaborar nuestros amigos. Ese amigo, que vale oro molido, te apoya, te secunda, te escucha… pero es honesto y te dice la verdad, sin criticarte, sin ponerte contra la pared, sin juzgarte. Te envía el mensaje una y otra vez, con mucho amor y está ahí para que tú apoyes tu cabeza en su hombro. ¡Eso es un amigo!

La amistad y el amor son primos hermanos; amor verdadero es un amigo íntimo al que deseamos; es decir, existen tres elementos fundamentales para que exista el amor: pasión, intimidad y compromiso. Si una de esas cosas fallan, andamos cojos y vienen los problemas. No podemos forzar lo que no sentimos, no podemos obligar a otro a quedarse. Nuestra vida debe estar llena de cosas significativas, cosas que compartir con quien nos ama; cosas que nos den el “soporte necesario” cuando quien nos ama se vaya.

Hay un último punto muy interesante: ser honesto y sentirnos orgullosos de nuestros hechos, esa es la base de la salud mental. Si realmente amamos a alguien, iremos por encima de nuestras mezquindades, querremos lo mejor para esa persona.

Recuerden mi frase favorita: “para que el amor funcione, amarse no es suficiente”. Debemos estar profundamente enamorados para casarnos, pero también necesitamos intimidad, justicia relacional, reciprocidad y madurez.